Por José María Ruiz Olmos
El diario El Mundo publicaba recientemente un escrito de uno de sus amanuenses estrella: Luis María Ansón, cuyo principal valor es poner de relieve, primero, que el autor del texto desconoce en profundidad la acción y el funcionamiento sindical. Y, en segundo lugar, que no es necesario conocer un tema para desperdigar unas cuantas afirmaciones contundentes. Sí, serán mentiras, será irresponsable, será demagogia, es goebbelsiano, pero que la realidad no te estropee un buen titular. O, al menos, un titular sumiso.
El problema es que cuando hablas sin saber, a veces escupes contra el viento. Como en esta ocasión le ha ocurrido al real académico. Para empezar resulta cutre, muy cutre, que tenga que recurrir al “recorta y pega” de sus colaboraciones enelimparcial.es para sacar un artículo en el segundo diario de este país. Pero es que, además, vuelve a recoger la sarta de mentiras antisindicales que han puesto de moda ciertos medios de manipulación de masas y sus financiadores y, francamente, ya aburre. En fin, como el antídoto contra la mentira es la realidad (esa que asusta a Rajoy sus cómplices mentirosos), resumiré algunas certezas. Antes se cansará usted del “recorta y pega” que yo de difundir verdades contrastables sobre el sindicalismo.
Primero, el 60 por ciento de la acción sindical se financia con cargo a las cuotas de la afiliación. Le guste a usted o no le guste, eso es así.
Más: El Estado subvenciona a los sindicatos con unos 16 millones de euros al año. Dinero que se dedica, sobre todo, a financiar la negociación colectiva; un instrumento que beneficia a unos 12 millones de personas, que no son sólo afiliados, es justo que se pague entre toda la clase trabajadora. Es curioso que usted proponga (por enésima vez) un referéndum para quitar esa subvención y no lo proponga para los seis mil millones de euros que recibe la Iglesia y, curiosamente, tampoco para los 360 millones que recibe la prensa privada. Ya digo, escupitajo contra el viento.
Los sindicatos reciben, además, unos 150 millones para formación, pero es una cantidad ajena a los presupuestos ya que sale directamente de las nóminas de las personas trabajadoras y sus cotizaciones sociales. Por cierto, un dinero que recauda el Estado y que, al menos en el País Valencià, llevan años sin pagar a quienes sí han hecho su parte: formar. Sindicatos y patronal forman a casi 3 millones de trabajadores al año, pero nos la pagamos de nuestros dineros.
Me va a permitir, en su condición de Académico de la Lengua, que le trasmita mi sorpresa, no tanto por sus mentiras, como por su uso manipulador, chusco, demagógico y torticero de la lengua. Inicia sus opiniones con algo que quiere ser una definición del concepto “liberado sindical” su versión es turbadora (casi más que turbadora). Le recomiendo que recurra al Diccionario de la RAE (en especial al avance de la vigésima tercera edición) que da una definición más aséptica, libre de prejuicios neoliberales. Para su información, un liberado es un representante legal de la plantilla, que agrupa el crédito de un grupo de delegados y se dedica a negociar convenios, mediar en conflictos laborales, vigilar el cumplimiento de leyes como el Estatuto de los Trabajadores, la ley de prevención de riesgos, la de libertad sindical, la de igualdad... Tal y como funcionan algunas empresas, hasta de la Constitución Española. Ya que está con el diccionario, vea la tercera acepción: “3. adj. Dicho de un terrorista: Que se dedica en exclusiva a llevar a cabo las acciones planeadas por la banda u organización a la que pertenece, a expensas de esta. U.m.c.s.” Que no digo yo que usted sea un liberado terrorista, dios me libre de caer en demagogias como suya, pero es buenísimo eso de que alguien se dedique en exclusiva a obedecer lo que le dicta una banda a la que pertenece y que le mantiene... que tampoco digo yo que El Mundo y sus financiadores sean una banda, pero me ha resultado interesante y he querido transmitírselo ya que, por lo que veo, usted respeta el Diccionario lo mismo que el octavo mandamiento.
No sé qué manifestación vio usted en Madrid, ni por dónde paseó usted el domingo. No sé a qué autobuses se refiere, sobre todo porque la manifestación brutal que colapsó el centro de Madrid fue en sábado. ¿Errata?, ¿problemas con el corta y pega?. Más allá de eso, usted afirma que la mayoría de los manifestantes eran liberados sindicales... ¿de dónde ha sacado ese dato? ¿de verdad cree que hay tantos?. En España hay unos cuatro mil liberados sindicales lo que está lejos de los datos ridículos hasta el chiste que dio la Delegada del Gobierno, y, por supuesto, lejos de los cientos de miles de personas que ocuparon no sólo la plaza de Colón sino también las avenidas aledañas.
No dejan de ser conmovedoras sus referencias al franquismo, que conoce usted mejor que la democracia, su cita (por enésima vez) al misterioso profesor Feito (¿no será el segundón de la CEOE que quería enviar a los jóvenes a Laponia?), su desprecio al lugar que la Constitución otorga a los sindicatos, y, sobre todo, sus artes adivinatorias que prevén el caos de la convivencia a causa de las algaradas sindicales (¿sabe? En España en los últimos cuatro años la pobreza ha crecido a razón de medio millón de personas al año; eso sí es una agresión a la convivencia), pero lo más enternecedor es su referencia (por enésima vez) a que “se empieza a ver la luz al final del túnel” un detalle muy de escuela ZP y sus brotes verdes. Hay algunos (que, por cierto, se anuncian en El Mundo) que no han notado para nada la crisis, error, sí la han notado: ha mejorado su cuenta de resultados; para otros, la gran mayoría, sólo hay túnel y mentiras. Esa luz que usted ve, igual son sus fantasmas.
De todas formas, más allá de sus falacias, las de quien le dicta, las del que hace el “recorta y pega”, las de quien le financia, hay una afirmación que me ha producido una profunda pena. “La responsabilidad del cierre de la mayoría de las medianas y pequeñas empresas [...] corresponde a las centrales sindicales”. Muy triste. Muy falso, pero también, muy triste. Esos cierres no tienen que ver con el coste laboral (que está cayendo al ritmo que crecen los beneficios empresariales), tienen que ver con la huelga de financiación que la banca quebrada de este país ha impuesto a emprendedores y pymes; también tiene que ver con la morosidad de las administraciones (muchas de su PP) que están llevando al tejido empresarial, con y sin ánimo de lucro, a la más espantosa ruina. Además, Sr. Ansón cuanto más pequeña es una empresa menos capacidad tiene el sindicato para actuar, ni bien ni mal. La legislación de este país discrimina de las elecciones sindicales a emprendedores y microempresarios.
Sin embargo, la estrategia de fobia sindical de los huérfanos de Esperanza, sobre todo el director del diario El Mundo y de muchos de sus amanuenses goebbelsianos está llegando a límites de esperpento, caricatura y patetismo ridículo. Propone (por enésima vez) embridar a los sindicatos, al tiempo que dice que están aborregados... ¿no será que aspira usted a que sus empresarios afines controlen a los sindicatos en lugar de que anden defendiendo derechos constitucionales?
Sr. Ansón (permítame la tilde), pase su indiferencia por la verdad, su ajenidad al periodismo de información contrastada, pase su desafección por la realidad de las personas en desempleo... y, sobre todo, pase su triste ánimo injurioso porque, como sabe, no ofende quien quiere, pero, lo que no pasa es la tristeza de contemplar la prepotencia fundamentalista de esa derechona monárquica que usted loa y que teme que la acción sindical dificulte ese gran negocio que es explotar a la clase trabajadora.
Publicado o 24/09/2012 en www.nuevatribuna.es
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